9.- ALABEOS Y ONDULACIONES

Mediante la relatividad especial Einstein resolvió el conflicto planteado entre el «viejo conocimiento intuitivo» del movimiento y el valor constante de la velocidad de la luz. En pocas palabras, la solución es que nuestra intuición se equivoca: su información se limita a movimientos que habitualmente son extremadamente lentos en comparación con la velocidad de la luz, y estas velocidades tan pequeñas oscurecen el verdadero carácter del espacio y el tiempo. La relatividad especial revela la auténtica naturaleza del espacio y el tiempo y demuestra que difieren radicalmente de cualquier concepción previa. Sin embargo, reparar las deficiencias de nuestra comprensión del espacio y el tiempo no era una empresa fácil. Einstein pronto se dio cuenta de que entre las numerosas repercusiones derivadas de la revelación de la relatividad especial, una era especialmente profunda: la afirmación de que nada podía sobrepasar la velocidad de la luz resulta ser incompatible con la tan reverenciada teoría de la gravitación universal de Newton, propuesta en la segunda mitad del siglo diecisiete. Así, la relatividad especial, mientras resolvía un conflicto, hacía surgir otro. Después de una década de intenso y, a veces, penoso estudio, Einstein resolvió este dilema mediante la teoría de la relatividad general. En esta teoría, Einstein, una vez más, revolucionaba nuestro modo de comprender el espacio y el tiempo demostrando que éstos se alabean y deforman para transmitir la fuerza de la gravedad.

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